lunes, 19 de febrero de 2018

El pecado de ser diferente.



©foto unknow





A algunas personas les resulta incomprensible que otras se den cuenta con el paso de los años de que son gays, o bisexuales. Pero vamos a comenzar por el principio.

Hace unas semanas me topé con una noticia donde decía que un hombre casado y con hijos se había dado cuenta de que era gay.

Para mí no es una gran sorpresa porque recordemos que hasta hace no mucho ser marica era una aberración de dios. Algunos incluso hoy en día lo siguen pensando. Es curioso que el insulto "maricón" sigue estando a la orden del día. Supongo que hay cosas que nunca cambian.

Cuando creces bajo el temor de un supuesto dios castigador y una familia ultra católica, decir que te gustan los tíos siendo un hombre está fuera de toda discusión si no quieres que te tomen por loco o te encierren en un centro para "curarte esa enfermedad". Esto último puede parecer muy de película, pero os aseguro que es real, incluso hay libros recientes donde se habla de la homosexualidad como si fuera una enfermedad.

Quizás por esto no me ha llamado tanto la atención la noticia, porque me imagino a ese pobre hombre escondiéndose toda su vida, ocultando algo que ha ocultado por miedo, por vergüenza, por el qué dirán... hasta que su mente al final ha dicho "hasta aquí llegué".

Créeme que no concibo nada más triste que el que te prohiban amar a alguien que amas. ¿Cuál es el problema de la gente que no deja que dos hombres se amen? ¿Por qué no?

No voy a remontarme a la antigüedad porque ya hice un post sobre eso. Lo triste es que aún no he encontrado respuesta para una pregunta tan simple: ¿Qué más le dará a la gente a quién ames?

Hace no mucho vino a mi casa un testigo de Jehová para hablarme de su interpretación de la Biblia. Un señor muy agradable y educado. Vino varias veces hablándome sobre el fin del mundo y sobre cómo las series y las películas modernas de magia y fantasía nos están confundiendo y arruinando a todos. Quizás tendría que haberle hablado de  mis novelas, pero no quería que tuviera tanta información sobre mí. Pues bien, llegó a un punto en que le pregunté que en qué se basaban ellos y su religión. Me dijo que en lo escrito en la Biblia. Este fue mi momento para hablarle sobre lo que opina su libro santo sobre los homosexuales, por ejemplo en el Levítico 18:22 "No te acostarás con varón como con mujer, es una abominación." Entonces este señor tan amable me contó que me imaginara si todas las personas del mundo murieran y solo unos pocos se salvaran en una isla desierta. ¿Cómo iban a repoblar el mundo si todos eran gays? ¿Cómo iban a tener hijos? Mi respuesta: "¿Y para qué vamos a repoblar el mundo otra vez, para cagarla de nuevo? ¿No es el amor más importante que super poblar la tierra?" Y no me dio tiempo de hablarle sobre lo que dice su libro sagrado sobre la mujer cuando tuve que irme.

Yo siempre he sido así, con las ideas claras en ese sentido. Recuerdo cuando tenía 12 años y todas mis compañeras de clase se asomaban a las ventanas para ver a los chicos del colegio que había enfrente, y se repartían a los chicos entre ellas. Yo recuerdo que me asomaba y no  me gustaba ninguno. Llegó un día en que pensé "pues seré lesbiana" Pero  no lo dije echándome la culpa, ni llorando, ni nada por el estilo. Lo dije de la forma más natural posible, porque es así como hay que sentirlo. ¿Soy gay? Bien. ¿Soy hetero? Bien también.

Que este hombre de  las noticias, con una vida ya hecha, haya decidido abrir las puertas de su corazón sin sentir pudor ni vergüenza es admirable. Ojalá todos los que viven ocultos y con miedo puedan alguna vez ser libres de corazón y de mente.

Este artículo me recuerda a uno de los personajes de mi novela "Pídeme más". Jamie es un hombre que está casado, tiene una hija que es adolescente y su mujer está ahora embarazada. Toda su vida la ha centrado en el trabajo. Conoció a su mujer muy joven y desde entonces todo ha sido una rutina. No le han prohibido nunca nada realmente, no tuvo una lucha consigo mismo por sus gustos, sin embargo es un hombre que, de mayor, se ha dado cuenta de que le gustan los hombres. O al menos uno, y que es ahora realmente cuando ha conocido el amor de verdad.

A veces asusta empezar de nuevo, pero da más miedo negar lo que uno es y lo que uno siente. Por eso, por encima de todo tenemos que ser fieles a nosotros mismos y amar sin prejuicios. Eso es lo más importante.





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